
El Shiatsu es una terapia manual antigua, desarrollada en Japón, basada en la acupuntura, en el masaje y en la medicina tradicional china. “Shiatsu” significa ‘presión con los dedos’ y es un masaje muy placentero que se usa para fomentar el bienestar, mantener una buena salud y tratar enfermedades.
De forma inconsciente, cuando las personas sienten algún tipo de flojedad, rigidez, entumecimiento o dolor en alguna parte del cuerpo, se frotan o presionan la zona afectada con las manos. Acciones instintivas como éstas para curar los desórdenes son anteriores a la medicina.
El Shiatsu, fiel a su origen, recomienda que es mejor prevenir que curar. Una sesión semanal ayuda a no enfermar, y al carecer de efectos secundarios, es también aconsejable en enfermos crónicos que prefieran una alternativa de terapia natural o no puedan ser tratados con medicamentos.
Es muy efectivo para aliviar alteraciones del sueño, ansiedad, cansancio crónico, depresión, estrés, insomnio, nerviosismo, neurosis, tensiones musculares, dolores de espalda o de cabeza, estreñimiento, colitis, alergias, asma, contracturas, lesiones deportivas, lumbalgias, desórdenes metabólicos, de menstruación, endocrinos, urinarios y reproductores, entre otras cosas.
También mejora el tono de la piel, la flexibilidad muscular, la claridad mental, la concentración, los ligamentos, los sistemas digestivo, respiratorio y linfático, los problemas menstruales, la circulación sanguínea, fomenta un embarazo sano, facilita el parto, ayuda a mejorar la postura y a crear conciencia del propio cuerpo.
Un tratamiento de Shiatsu consiste en una serie de sesiones de una hora cada una. Es necesario recibir más de una sesión pero los resultados son evidentes desde la primera.
Se ejerce una suave presión sobre 354 puntos del organismo, haciendo énfasis en ambos lados de la columna vertebral. La presión se coordina con la respiración del paciente para fluir y equilibrar la energía de cada órgano y conseguir la relajación.
Para aplicar presión sobre la piel se utilizan las palmas de las manos, dedos, codos, antebrazos, rodillas y pies, sin instrumentos ni cremas. El terapeuta y el paciente se visten con ropas cómodas, preferiblemente de algodón. El lugar debe ser una habitación amplia, aireada y silenciosa para que se sientan a gusto. Se trabaja en silencio o con música relajante y el paciente no necesita desvestirse, permaneciendo sobre el suelo o una superficie no muy blanda.
El terapeuta produce una movilización corporal y energética para reconocer las causas del problema de salud. La presión con los dedos no deber ser muy fuerte ni muy débil, sino justa para proporcionar calor a las zonas.
Cinco mil años han demostrado con creces su eficacia, descubre cómo y prepárate a disfrutar.